«He querido explorar nuevos caminos, pero siempre hemos vuelto a Gipuzkoa y siento que siempre volveré»

Joseba Iturria
26 min readMay 21, 2024

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Roberto Olabe, en las instalaciones de Zubieta. (Gorka RUBIO/FOKU)

Más que una entrevista a Roberto Olabe, es una charla al cumplirse seis años de su vuelta como director de Fútbol y 25 desde que empezó como técnico en Zubieta. Repasa una vida de pasión e inquietud por el fútbol y por la Real, con la que se identificó desde su niñez en Gasteiz, con la satisfacción de lograr una regularidad durante su gestión y con la sensación de que algún día saldrá, pero siempre volverá a Gipuzkoa.

Mikel Etxarri, que te ofreció entrenar al juvenil en 1999 al acabar su contrato como jugador, decía que para ser entrenador hay que tener pasión.

Mikel ha sido una persona importante en mi vida deportiva. Tuvo mucho que ver en mi llegada a la Real en julio de 1995 como jugador y luego más tarde fue una apuesta suya con el propio Luis Uranga. Recuerdo la reunión con el presidente dándome a entender que podía desarrollar mi pasión en la Real tras cuatro años de no haber jugado.

Tenía ganas de revancha conmigo mismo, de salir a jugar, pero aquella propuesta me cambió el paso. No puedo estar más agradecido y satisfecho por la decisión que tomé con 31 años. Más que dejar el fútbol, el fútbol me dejó y pude tomar esa decisión porque alguien me lo propuso. He tenido mucha suerte en la Real con Mikel, con Luis, José Luis Astiazaran me dio otra oportunidad y después Jokin Aperrribay.

Me considero un afortunado. La Real nos hace mejores a todos los que estamos, nos da oportunidades y no solo como jugador, técnico o gestor, también a nivel personal, y estoy agradecido a las personas que me han permitido mamar lo que significa este club.

No soy una persona con una estabilidad social. Me genera inquietud la exploración de las oportunidades.

También hablaba de su inquietud que le lleva a ir a Ibiza y Salamanca como jugador o a Almería, Valladolid, Qatar y Ecuador como técnico…

No soy una persona con una estabilidad social. Me genera inquietud la exploración de las oportunidades. Esas cosas nacen cuando detrás no hay una connotación económica y tiene que ver con lo que te gusta y lo que crees que debes buscar. Después de jugar en el Aranako, San Ignacio y Aurrera de Vitoria, además de la inquietud hay un inconformismo. ¿Con tu estatura vas a poder jugar de portero? Era la pelea contra el mundo.

Me salió la oportunidad de jugar en Segunda B en Ibiza y no me lo pensé. Esa inquietud me ha hecho explorar diferentes espacios y me considero afortunado de vivir el fútbol desde ámbitos distintos como jugador, entrenador y gestor. Te da una perspectiva de este mundo que es familia, industria, y es apasionante.

Juanma Lillo, ayudante ahora de Pep Guardiola en el Manchester City, cambia tu vida. Pasas de jugar solo la Copa y dos partidos del play-off en el Alavés, a disputarlo todo en el Salamanca para subir de Segunda B a Primera con dos ascensos consecutivos.

De Ibiza me fui al Mirandés y coincido la primera vez con Juanma. Es el que más influyó en mi vida desde el ámbito deportivo, familiar, de muchas maneras. En el Mirandés coincidimos dos años, me sentí bien como jugador y de ahí fui al Alavés, donde viví un desencanto. No juego y me planteo qué significa el fútbol para mí. Había empezado con 19–20 años a entrenar a porteros cadetes con el Aurrera y el Corazonistas.

Siempre me ha gustado compartir experiencias, tener una mirada diferente al fútbol rendimiento. En ese momento me planteo hacia donde quiero que vaya mi vida. Tenía un trabajo en Vitoria y aparece Juanma para decirme que iba al Salamanca y que quería que fuera con él. Le dije que no unas cuantas veces, pero con su capacidad persuasiva me dijo «ven y vete cuando quieras». Fue una oportunidad de vida, no solo por el ciclo deportivo que vivimos.

Considero a Juanma Lillo un tipo extraordinario que me ayudó a abrir la ventana. Muchas de las cosas que me han ocurrido han tenido que ver con él.

Juanma ha sido para mí muy especial, el que más me ha ayudado a entender el juego. También conocí allí a la que es mi mujer. El vínculo con aquella ciudad y aquel tiempo es perenne. Los caminos del fútbol nos han separado, pero siento orgullo de decir que lo considero un tipo extraordinario que me ayudó a abrir la ventana. Muchas de las cosas que me han ocurrido han tenido que ver con él.

¿Son los dos técnicos que más te han marcado?

Sí, porque han estado en momentos muy importantes. Son referentes. Los jugadores no elegimos quién nos entrena. Dependes de quién aparece en tu vida y he sido muy afortunado con los dos, pero también por trabajar con referentes como Denoueix, Unai Emery, Toshack, Salva Iriarte, Irureta, Clemente, Krauss… He tenido la gran fortuna de coincidir, escuchar y discutir con gente con ideas distintas del fútbol y de la gestión, elementos muy interesantes que me ayudan a tener una mirada a través de las experiencias de otros. Mikel y Juanma son los precursores, pero luego he trabajado con gente de mucho nivel y diferentes ideas que han construido el Roberto que soy en el ámbito deportivo y personal.

No es fácil ser portero en Primera con 1.77, solo disputas dos partidos y en lugar de buscar jugar en otro sitio decides quedarte. ¿Cómo se identifica un alavés con la Real?

No era un portero de Primera. No es una autocrítica. Mis limitaciones estructurales forjaron mi base actitudinal, mi voluntad, mi deseo de conseguir lo que intentes, que eso no te asegura nada, pero te puedes quedar tranquilo. El éxito no ha venido conmigo. No llegué a Primera por mí, sino porque ascendió el Salamanca. He tenido que encontrar el éxito a base de trabajo, pero no tenía estructura para ser portero, tenía un cuerpo de escombro.

Coger el juvenil fue una decisión difícil. Estaba enfadado con el mundo, conmigo mismo. No jugar me da una distancia de las cosas. Lo veía con angustia.

Coger el juvenil fue una decisión difícil. Estaba enfadado con el mundo, conmigo mismo. No jugar me da una distancia de las cosas. Lo veía con angustia. Soy del 67, pertenezco a la generación que crecimos con la Real y el Athletic siendo campeones en los 80. En una familia txirrindulari era un perro verde. Toda mi vida tocando el acordeón, en el conservatorio, en la fanfarre, en la banda municipal de Gasteiz, viviendo de cerca el deporte con mis primos con la bici. El fútbol me quedaba muy lejos de lo que convivimos, pero la Real era campeona, tenía a Arconada y la empiezo a vivir desde muy joven con su éxito, con un portero referente.

Y desde entonces hasta ahora. Eso me lleva a vivir eventos como la final de Copa del Bernabéu en 1988 y eso te sigue haciendo un patatero de la Real. Por eso, cuando estaba en Salamanca tras pasar de un Segunda B, de casi desaparecer, a Primera, cuando se me presenta la oportunidad de que la Real le pide el traspaso, tengo pocas dudas de lo que significa cumplir un sueño a los 26 años.

En toda la construcción a través del tiempo, la Real ha tenido mucho que ver. Hay un generador bipolar en cuanto a amores y odios, me encuentro cómodo en este territorio, con sus personas. La vida ha seguido dándome oportunidades, he querido explorar nuevos caminos, he podido trabajar en diferentes ciudades del Estado y del mundo, pero siempre hemos vuelto a Gipuzkoa y tengo la sensación de que siempre vamos a volver. Vivo en Hondarribia. Para escapar del ruido elegí un lugar más tranquilo.

En aquellos años en la Real coincidís muchos futuros técnicos de nivel y uno, Unai Emery, debuta en Primera contigo como director deportivo con el ascenso del Almería.

Juanma ha sido el fútbol y la vida, Unai el fútbol y la competición y Raynald Denoueix el fútbol y el entrenamiento. Han supuesto mucho. Con Unai había una especial relación porque, además de ser compañeros, compartimos mucho tiempo mirando el fútbol desde fuera. Hay una cultura en la Real. Con Mikel Etxarri había una inquietud, una cultura de hablar del juego en el club, de profundizar, de hacernos preguntas y eso repercute a nivel individual. En esos años muchos jugadores coincidimos haciendo titulaciones: Antia, Loren, Gracia, Idiakez, Mutiu…

La inquietud nos venía de antes. Invertíamos algún viernes y algún sábado en sacar los títulos. Tengo muy buen recuerdo del tiempo que hice prácticas con el Berio. No era que firmaran que las hacía, sino hacerlas. Recuerdo que gracias a Carlos Benito me iba a los entrenamientos del equipo de Preferente, que comenzaban a las diez de la noche.

Los profesionales vivimos en una burbuja y ver a esos chicos que venían con la mochila de trabajar o de estudiar y acababan a las 23:30 te permite acercarte a la realidad. Tanta gente pasa a entrenar porque este club tiene una cultura táctica, del juego, que está en el medio de todo. Matamos por el modelo y seguimos generando espacios para discutir sobre ello.

Asumes la responsabilidad de evitar el descenso del primer equipo de la Real en 2002…

Estábamos a siete puntos penúltimos tras perder con el Tenerife de Javi Clemente en casa. No me lo esperaba, pero tienes un punto de inconsciencia y de sueños que seguimos alimentando en este club para buscar objetivos y llegar a metas. El presidente José Luis Astiazaran me lo propone a las dos de la madrugada después del partido, me dicen si me puedo pasar por Anoeta a esa hora. Además de ser el entrenador del juvenil era responsable de metodología, empezamos a trabajar con ciclos y recuerdo dos cosas. Mi voluntad de ir adelante y la pregunta sincera de qué significa esto, hacia donde se va.

La Real ha sido mi universidad para desarrollar ideas y en ese momento fuimos sinceros. Era intentar salvar la situación y pasar a otra responsabilidad.

Estaban Astiazaran, Barrenetxea e Iñaki Gabilondo y fueron sinceros. Me dijeron que «nos gustaría intentar quedarnos en Primera, pero nuestro objetivo contigo es desarrollar el proyecto Zubieta XXI». La Real me había dado la oportunidad de mirar al mundo y conocer las formas de trabajar en Clairefontaine, clubes como el Corinthians, Boca Juniors… La Real ha sido mi universidad para desarrollar ideas y en ese momento fuimos sinceros.

Era intentar salvar la situación y pasar a otra responsabilidad. Fui valiente, inconsciente, convencido de que con Xabi Alonso, Kovacevic, Nihat, De Pedro, Aranburu, Khokhlov, Aranzabal, Westerveld, Alberto… había un nivel de jugadores que te hacía pensar que sí, que podía ser. Fue un momento crítico que me ha dado la Real. Me siento muy orgulloso de esos partidos y de las generaciones de 1981–86 con los que trabajé en el División de Honor juvenil y en el periplo posterior intenté generar una base para un desarrollo.

En tu primer año como director deportivo la Real pasa de evitar el descenso a rozar el título de Liga en la temporada 2002–03…

Al volver en 2016 dije que debíamos intentar ser regulares porque si lo somos estaremos más cerca de aspirar al éxito. Si un año estás a punto de descender y al siguiente de ganar la Liga es que a nivel estructural algo faltaba. Era un equipo formado, no construido. Podíamos competir con jugadores extraordinarios, pero no nos preparábamos para lo que llegaba después. Nos faltaba tener una idea clara. Ser subcampeones nos hizo pensar que casi éramos campeones. Nos conformamos con esa situación.

Nos dio la Champions, quizás no estábamos lo suficientemente preparados para competir y se demostró en los partidos con el Valencia, Villarreal y en Vigo. El equipo hizo una Liga extraordinaria, con un puntaje bueno y un juego mejor todavía. Conocí a Juanma Lillo y la presión y el balón eran la bandera del juego, después pude ver diferentes modelos y soy fan de Raynald Denoueix, de lo que nos dejó, su manera de entender el juego, el entrenamiento, el día a día. De aquello lo mejor fue el juego del equipo.

Sustituyó a Toshack como director deportivo. ¿La Real es el club en el que más importancia se da a ese cargo por lo que se destacaron sus fichajes? En otros se da más importancia a los entrenadores.

La Real fue pionera en tener a alguien que mirara al club de una manera integral. Yo venía del juvenil, del fútbol base. La figura del director deportivo es relativamente nueva en el fútbol español. Se instaura con Jorge Valdano. Secretarios técnicos han existido siempre con una importancia relativa porque destacaba el entrenador, pero puede ser que la figura de John Toshack, importada del Reino Unido, nos introduce el concepto del manager, que además de entrenar, ficha y gestiona. Puede que por eso se haya virado a la importancia del fichaje.

El fichaje es consecuencia de algo más rico. No siento que soy un fichador. Es una responsabilidad incorporar jugadores, también hacerlo desde la base, gestionar.

Al director deportivo, al director de Fútbol, se le vincula mucho al fichaje, al rendimiento, a la plusvalía. El fichaje es una consecuencia de algo más rico. No siento que soy un fichador. Es una responsabilidad incorporar jugadores, pero también hacerlo desde la base, gestionar. Aquí tenemos muy claro que generamos jugadores y los formamos y es el entrenador la parte más importante en ese proceso de promoción y consolidación de los jóvenes.

Te tocó vivir un momento (2002–05) en el que el club vive por encima de sus posibilidades y no había paciencia cuando recurres a los jóvenes sin dinero para otra cosa.

Recurrimos a los jóvenes porque hay un final de ciclo. Después del subcampeonato decidimos una manera de hacernos fuertes. El club entendió que, sin estar preparados para ir al mercado, era una buena opción no traspasar a Xabi Alonso, Kovacevic, De Pedro o Nihat. Fue un error mío. En esos tres años que ejercí la gestión del club, la inversión y el gasto no estuvo por encima de lo que recibimos, pero como principio teníamos que dar paso a esa generación que pedía paso desde el Sanse.

Tras ser subcampeones fuimos decimoquintos. Nos viene a decir que no estábamos bien construidos. Que tengamos al año siguiente 16 jugadores de Zubieta puede tener un componente económico, pero donde he estado siempre me comprometo y me relaciono con proyectos de desarrollo de gente joven con la ambición de conseguir algo. En aquel proyecto 2004–05 buscamos tener un jugador joven y uno veterano en cada puesto.

Ese momento social fue jodido. La Real era un arma arrojadiza cuando debería ser un elemento centralizador de pasión, de sentimiento, de objetivos. En ese momento social muy complicado cada uno entendía la Real a su manera y nos la tirábamos encima y mucha gente entendía que todo lo que se hacía no respondía a un modelo, a un proyecto.

Apuestas porque los mejores guipuzcoanos jueguen en la Real. Vuelve Alkiza, se recupera a Agirretxe… y llega Griezmann. ¿Cómo recuerdas el proceso con Éric Olhats para traerlo cuando no había ningún jugador de tan lejos en la cantera?

Lo teníamos claro como ahora, aunque los contextos son diferentes. La llegada del Antiguoko para trabajar con la Real fue importante para que el guipuzcoano sintiera que es el club donde puede jugar. Hubo que adaptar estrategias de trabajo y vimos que en Iparralde, que tenía un sentimiento filosófico, para seguir creciendo debíamos apostar por el talento externo.

Lo más sencillo fue hacer creer que Antoine venía de Baiona, de un entorno natural que nos sintiéramos cómodos para no generar controversia.

Así aparece la oportunidad de Antoine basada en el nuevo modelo de scouting. Incorporamos a nuestra estructura a Éric Olhats. Entonces había que justificar por qué iba a venir un chico de Mâcon en esos momentos sociales comprometidos. Lo más sencillo fue hacer creer que Antoine venía de Baiona, de un entorno natural que nos sintiéramos cómodos para no generar controversia.

Fue un momento en el que en Gorabide, de nuestro centro de desarrollo, tuvieron que salir muchos técnicos, unos veinticinco. Eso me marcó de por vida. Hay gente que me quiere mucho y otra que no me quiere nada y la génesis pudo ocurrir en ese momento en el que apuesto por otros profesionales para adaptarnos a tiempos diferentes. En los proyectos del fútbol formación le dimos una vuelta importante al scouting, vienen cuatro preparadores físicos a Zubieta, entrenadores de porteros, enriquecimos los staff porque entendíamos que el momento era de desarrollo. Si hay algo de lo que me siento orgulloso es del trabajo que se hizo entonces, fue la base de cosas que desarrollaron otras personas.

Cambiamos la política, vinieron jugadores de otros territorios. Llegamos a la conclusión de que teníamos que estar en la parrilla de salida con los demás. No todos llegaron al primer equipo y hubo la sensación de que perdíamos la esencia del territorio, que no podemos perderla porque es lo que nos da fortaleza. Gipuzkoa históricamente ha sido cooperativa, cuadrilla, esfuerzo, cosas que hacen que un porcentaje altísimo de nuestros jugadores sea de una población pequeña.

Queremos tener el mejor equipo, pero hay que construirlo poco a poco. En el camino hay que competir y aspirar, pero lo económico debemos tenerlo en cuenta.

Con un director deportivo se da más importancia al fichaje que a la gestión sin tener en cuenta lo económico en decisiones como la del pasado verano de no igualar la oferta del Villarreal por Sorloth.

Nosotros no vivimos al margen del tema económico como no vivíamos del año 2002 al 2005, cuando éramos conscientes de la situación en la que estaba la Real. Tenemos que trabajar con presupuestos, valores contables de los jugadores, con la masa salarial y de amortización. No nos podemos olvidar de eso y seguir creciendo. Creemos en la construcción a través del tiempo. Queremos tener el mejor equipo, pero hay que construirlo poco a poco. En el camino hay que competir y aspirar, pero lo económico debemos tenerlo en cuenta.

¿Cuales son los criterios para los fichajes, se buscan jóvenes que permitan plusvalías como con Isak?

Los criterios están derivados de nuestra identidad. Miramos si tenemos alguien en la línea de sucesión que va a alimentar el primer equipo y, a partir de ahí, vemos qué hay fuera. Hasta Sadiq, hemos tenido una franja de inversión para cumplir con una masa de amortización que podamos sujetar. Hemos pasado de una franja de 6–8 a 10–12 millones y nos hemos mantenido con esa excepción. Estamos en un mundo en el que no solo participas tú, hay unos parámetros económicos, valores de mercado.

No compramos para vender porque, si piensas en eso y saben que quieres vender, te van a esperar. No es una buena estrategia. Invertimos en jóvenes para ser mejores, para emocionar, para que la gente esté con su equipo. Hay unos criterios deportivos, que se adapten al modelo, con los diferentes perfiles que demanda el juego. Buscamos un jugador joven, con cosas por hacer, porque tenemos la vocación de dar oportunidades. Desde 1952 pensamos en la cantera y tratamos de adaptarnos a las necesidades.

¿Qué ha cambiado la Real y el fútbol desde esa época hasta que vuelves en 2018?

Cuando me toca mi primera experiencia de gestor tenía limitaciones de presupuesto mayores que ahora, pero había una convicción del hombre orquesta que era capaz de hacer de todo. Una de mis evoluciones se ha basado en la búsqueda de especialistas de los que me intento rodear porque te ponen más cerca de la necesidad. Cuando en febrero del 2002 cogí el primer equipo decidí que Julen Masach fuera el preparador físico, solo hacía el calentamiento del jueves. Incorporo a Jesús Mari Zamora. La gente dice que porque necesitaba el carnet, pero con él buscaba otra visión diferente. Incorporamos a Xabi Manzisidor porque no había entrenador específico de porteros en el equipo. Fue el primer paso.

Cuanta más experiencia tengo, más sé de todo, pero me doy cuenta de que sé menos de cada ámbito específico y que necesito de profesionales para ir al detalle

A partir de ahí llegaron profesionales a todos los ámbitos, hemos evolucionado hacia el experto que te ayuda a incidir más en cada ámbito de rendimiento. Cuanta más experiencia tengo, más sé de todo, pero me doy cuenta de que sé menos de cada ámbito específico y que necesito de profesionales para ir al detalle.

Ahora tenemos unas 25–30 personas en el primer equipo y más de 150 en los distintos ámbitos del fútbol para profundizar en el entrenamiento, la salud, el rendimiento, lo condicional, el análisis del juego, la nutrición, los datos… No hay una visión generalista, el proyecto educativo y deportivo nos lleva a convertir a cada jugador en un proyecto en sí. Y para acercarnos al proyecto de cada jugador necesitas especialistas que entiendan la necesidad de cada chico desde cada ámbito.

Aterricé en 2016 como un elefante en una cacharrería y sentía que no iba a poder ayudar y no quería ser una piedra en el camino de nadie.

¿Por qué no cuaja el intento de compartir la responsabilidad deportiva con Loren y qué opinas de su trabajo?

Yo creo que me precipito. Estaba en Doha en el proyecto profesional de mi vida con la Academia Aspire, con la Federación de Qatar, para preparar a unos chicos para jugar un Mundial. Recibí la llamada de Jokin Aperribay que me pilló por sorpresa. Yo llevaba mucho tiempo con una manera de trabajar y desarrollar las ideas y aterricé como un elefante en una cacharrería y sentía que no iba a poder ayudar y no quería ser una piedra en el camino de nadie. Entendía los procesos de una manera diferente, pero no es culpa de nadie. Tenía una visión que no se podía dar y entiendo que es mejor dar un paso a un lado.

Loren fue mi compañero de 1995 a 1999, cuando en 2002 comencé como director deportivo decidí que empezara en el infantil con Josean Rueda, con una primera generación con la que queríamos trabajar de manera diferente. Al año siguiente decidimos que estuviera con Gonzalo Arconada en el Sanse y en mi último año Loren pasa al primer equipo con José Mari Amorrortu porque había tenido la experiencia con esos chicos que venían del Sanse. Con las personas que se incorporan un año después se produce mi salida, traumática para mí, y puedo destacar de Loren de ese tiempo que fue alguien con inquietud de intentar formarse, de ser parte. Luego no he estado y lo que puedo valorar son los resultados, que son muy buenos, extraordinarios. De todo lo demás no puedo hacer una valoración de cómo fue su trabajo porque no estuve.

La Real tiene ahora más medios, un nuevo campo, más recursos...

Uno de los éxitos de la Real con Jokin es la sostenibilidad en la inversión sin tener la tentación de poner todo el dinero en los jugadores. Se destinaron 80 millones al campo para conectar con nuestra gente, eso nos ha cambiado la manera de relacionarnos. Al ponernos más cerca nos conectamos mejor. Lo necesitábamos como club.

Cuando en 2018 Jokin Aperribay viene a buscarme a Ecuador no era para cambiar, sino para profundizar en un modelo de club que ya existía

Además la inversión en Zubieta forma parte de lo que yo creo. Cuando en 2018 Jokin viene a buscarme a Ecuador no era para cambiar, sino para profundizar en un modelo de club que ya existía y para mejorar los procesos es importante la infraestructura, los especialistas, las instalaciones. Los chicos aquí tienen los medios adecuados para desarrollar su carrera en lo personal y lo deportivo. En ese 2018 hay el final de un ciclo de la generación de 1983–1987 que llevó con Jokin al club de una situación complicada hasta Europa.

Eso no era sencillo afrontarlo y para mí fueron claves las infraestructuras del club con Zubieta y el Reale Arena. Veremos cómo queda ahora la relación con los clubes convenidos porque tras 20 años de unanimidad en la formación de jugadores con todos alineados a la Real, por motivos mercantiles, de autonomía o de ambición, algunos no están con nosotros.

El proyecto ha cambiado desde entonces. En el periodo 2002–2005 se nos echó mucho en cara si la Real necesitaba un edificio de formación, si entró gente por encima de lo necesario. Ahora estamos en la necesidad que nos demanda la elite y hay que conseguir el equilibrio de infraestructuras para seguir compitiendo al nivel que estamos en esos ocho clubes que hay en la liga española, que si haces bien las cosas un año puedes ser el cuarto, pero puedes ser el doce.

¿Qué importancia da a Jokin Aperribay en la situación actual?

Habla del momento social que se vive. Para mí fue traumática la salida acordada, aunque convenía que pareciera de otra manera. Fue duro. La Real, con su entorno de Gipuzkoa, estaba deteriorada. Jokin es lo tangible, sus presupuestos, las plusvalías, las estructuras, las participaciones en Europa, pero lo intangible es conseguir la paz social. Desde un inicio tormentoso, desde esa realidad social ha conseguido hacer ver que la Real Sociedad tiene que ser ese elemento aglutinador guipuzcoano y no que nos haga separarnos. La discusión cuando la entendemos como un activo de mejora es maravillosa, pero la Real no puede ser generadora de conflictos.

Imanol nos representa a cada uno de nosotros, un tipo listo, que ha ido creciendo de manera paralela con una idea de club que tenemos bastante clara.

¿Y a Imanol?

Nos representa a cada uno de nosotros, es el sentimiento de la Real. Tuvo que salir a buscarse las castañas, ha vuelto y valoro mucho a la gente que se expone, capaz de reconocer que tiene que ir a otro lugar, que se apasiona con lo que hace y por eso lo busca, que independientemente de tropezar vuelve a intentarlo. Imanol es todo eso a través del tiempo, un tipo listo, que evoluciona, que se da cuenta de las cosas y que, en ese hacerse a sí mismo, ha ido creciendo de manera paralela con una idea de club que tenemos bastante clara.

Se cumplen seis años desde tu vuelta en los que la Real ha logrado un título de Copa, una clasificación para la Champions y ha entrado en Europa por quinta temporada consecutiva.

Me quedo con la regularidad, con esa búsqueda de ambición, de reconocer que queremos ganar sabiendo que vamos a perder. El marzo perdedor en el que no nos clasificamos para una final de Copa y somos eliminados en octavos de Champions no fue el final de nada. Ni la consecución de un título fue el principio de algo.

La Real está en un proceso en el que lo importante es la trayectoria, más que el momento puntual. Dentro de esa trayectoria está la consecución de algunos hitos clasificatorios, pero estoy muy orgulloso de cómo estamos a nivel de organización deportiva, de los procesos de desarrollo. Me siento orgulloso del grupo de trabajo que tengo más cerca, de la organización del club. Es un proceso de intentar anclar lo que hacemos.

No es fácil porque la regularidad no es lo habitual cuando trabajas con los jóvenes. No construimos un Sanse para jugar en Segunda o Primera RFEF, sino escenarios para desarrollar a los jugadores. Todas las vivencias nos van a hacer mejores en ese proceso de desarrollo. Se habla demasiado del famoso porcentaje. No es una obligación, pero es parte de un trabajo que hace toda la gente de Zubieta. Si teníamos entre un 75%-85% de chicos de Gipuzkoa, ¿por qué no fijarlo en 80% desde la conciencia de basar nuestra academia en nuestro territorio, en nuestros valores y comportamientos que nos hacen mejores? Eso nos hace más y mejores, no podemos seleccionar cada junio.

Queremos competir al máximo nivel y que el mayor número de jugadores vengan de la cantera. 14–16, habrá alguna vez que haya doce.

Tenemos que sacar lo mejor de cada jugador y llegamos a la conclusión de que en el otro 20% no hay que hacernos trampas y debemos abrirnos. Si en los últimos años tenemos menos índice de nacimientos, suben el número de extranjeros nacidos en Gipuzkoa, somos conscientes de que o formamos o firmamos. Queremos competir al máximo nivel y que el mayor número de jugadores vengan de la cantera. 14–16, habrá alguna vez que haya doce. Podemos tomar malas decisiones o que salga algo mal, pero con la satisfacción de la consolidación de un proyecto.

También el equipo femenino ha llegado a la segunda final de Copa de tu gestión…

Hemos querido replicar el modelo de formación con las chicas con menos equipos, pero con un tercer filial y el cadete. Queremos la misma tecnificación para alimentar el proyecto del primer equipo. Intentamos mejorar los procesos para el rendimiento. Las jugadoras van a llegar más preparadas al primer equipo y queremos seguir compitiendo, estar siempre entre los seis primeros porque eso nos va a dar oportunidades de premios.

Las chicas han conseguido lo que no ha podido hacer el equipo masculino. Todos nos hemos preparado para jugar domingo y miércoles, hay que preparar para ello a los chicos y a las chicas y llevamos una temporada en la que hemos estabilizado más el juego que los resultados. No han conseguido los puntos que se merecen, pero tienen mucho mérito. Llegar a una final es muy difícil y han tenido que jugar fuera en Huelva y ante un equipo superaspirante como el Levante y contra el Atlético a doble vuelta.

Aplicamos los mismos procesos con diferentes unidades de rendimiento, programas de nutrición, en lo emocional, el rendimiento, lo condicional, adaptado a ellas sabiendo que no somos iguales, pero formamos parte de lo mismo. Es un reto muy bonito el desarrollo de Zubieta, construir un edificio para el deporte femenino. Han llegado a una final contra el Barcelona, jugaron la final de la Supercopa hace dos años, la Champions, fueron capaces de ganar una Copa en 2019… No es sencillo lo que hacen y queremos seguir acompañándolas en ese proceso de desarrollo.

La Copa fue un golpe morrocotudo y debemos aprender por qué nos ha ocurrido, por qué no hemos sido capaces de jugarla pese a tirar 40 veces a puerta.

¿No jugar la final de Copa masculina fue el mayor golpe?

Fue un golpe morrocotudo y debemos aprender por qué nos ha ocurrido, por qué no hemos sido capaces de jugarla pese a tirar 40 veces a puerta. Queremos seguir aspirando a competir para estar ahí. Queremos estar en todos los ámbitos. Si hablamos de trabajar al máximo de lunes a viernes, elegir competiciones no es sencillo si piensas que cada día de tu vida buscas el máximo.

La Real se ha basado en un once en sus mejores años, la campeona, la subcampeona (2002–03) y la actual. ¿Se pueden evitar los baches sin apostar tanto por un once o es peor el remedio que el problema?

Al margen de la convocatoria de Euskadi, la Real tuvo trece jugadores internacionales en el último parón. Tenemos una plantilla con diferente recursos para nuestro modelo de juego, de ser agresivos, entendemos el pase como canal de comunicación, queremos jugar en campo contrario, con intensidad, ganadores en los duelo… Y debemos dar los recursos necesarios al entrenador para desarrollar el modelo.

Enero y febrero van a ser duros siempre y más si queremos y tenemos la voluntad de seguir compitiendo en la Liga, en la Copa y en la fase de grupos en Europa.

Enero y febrero van a ser duros siempre y más si queremos y tenemos la voluntad de seguir compitiendo en la Liga, en la Copa porque hemos decidido que nos gusta y vamos a tope, y en Europa. Tenemos 11–13 internacionales y no hemos tenido descanso desde septiembre a diciembre. Han coincidido lesiones que no tienen nada que ver con problemas musculares. La gestión de minutos y jugadores pertenece al entrenador. Nosotros trabajamos para que disponga de los recursos y todas las variables posibles para decidir en cada partido lo que necesita.

En esos baches siempre se ha notado la ausencia o los malos momentos del media punta: Odegaard, David Silva, Brais… ¿Es el puesto clave en la Real?

Cuando hablamos del modelo de juego tenemos claro a lo que queremos llegar, a lo que llamamos la zona cinco, donde impacta ese volante ofensivo. Desde que estoy aquí ha sido clave el rendimiento de ese jugador. Lo fue Canales en mis tres primeros meses, en los que intenté hacerle ver que la Real era su lugar en su final de contrato. Al año siguiente esa figura no la encontramos. Nos hizo daño que se fuera gratis y nos obligara a hacer una inversión. Decidimos hacerlo de otra manera con un entrenador que intentó implementar mejoras en el modelo de juego y sufrimos mucho sin esa figura. Por eso teníamos muy claro que el propietario del territorio cinco lo teníamos que buscar y llegaron Martin, David y Brais. También entendemos que tenemos jugadores en casa que pueden crecer en ese territorio. Somos capaces de llevar el balón hasta ahí y la calidad individual de esa zona cinco es determinante.

¿Por qué David Silva hizo la rehabilitación en otros campos guipuzcoanos y no en Zubieta?

David podría esta aquí perfectamente hoy. Es un desencuentro. Con la persona que me relaciono es Edu, el fisio que trabaja con él, y me da pena porque la Real está muy por encima de Roberto y de David. La Real no debería permitirse que no sepamos donde está entrenándose David. Él estaba utilizando la instalación y se le pidió que la utilizara en el momento que entendíamos idóneo. Fue eso. Me da pena y el que más tenga que ver con que David no esté aquí soy yo porque tomé esa decisión, pero en ningún momento quisimos que no esté aquí, todo lo contrario.

Incluso entrando en Europa todos los años hasta esta temporada, equipos como Sevilla, Betis y Villarreal lo pagan en lo económico y luego en lo deportivo. ¿Cuesta medir eso?

Tiene que ver con las construcciones de la plantilla. Nosotros los deberes los hacemos cada temporada, tomamos decisiones pensando quién nos viene detrás. No todas las temporadas pueden ser iguales. Queremos ir construyendo equipo y nos gustaría jugar en Europa siempre y, si podemos, aspirar a algún título. Luego está lo de morir de éxito.

Mientras estamos en Europa es la gran preocupación que debemos tener. Hay proyectos de clubes con los que no me reconozco y no me gustaría que nos ocurriera lo mismo. La Real está en un proceso de construcción continua. Tenemos claro cómo trabajamos. Miramos en la línea de sucesión y siempre vamos a trabajar respecto a nuestras posibilidades, nuestro presupuesto y nuestra masa de amortización.

Debemos convencer al jugador de que la Real es todavía su lugar, que tenemos cosas por hacer, que merece la pena renovar y dar continuidad a este proyecto.

La clave es mantener a los jugadores. La Real es el club con más internacionales con la selección española. ¿Va a poder mantenerlos?

La Real no está al final ni al principio de nada, está en el medio de un camino progresivo. Los jugadores tienen una voluntad, los contratos se acaban y tenemos que intentar convencer al jugador de que la Real es todavía su lugar, que tenemos cosas por hacer, que va a merecer la pena renovar y dar continuidad a este proyecto. Hemos renovado a Take Kubo y Ander Barrenetxea, que han decidido que la Real es su lugar. Creo que los jugadores aún sienten que aquí tienen cosas por hacer y en el club estamos para que el buen jugador que siente la Real continúe con nosotros.

Con 27 años ha reconocido que su decisión no es deportiva, sino de vida, y estamos hablando con Mikel Merino con la intención de que se quede.

¿Cómo ves la renovación de Merino?. ¿Si no renueva entiendes que hay que venderlo este verano?

No pienso en la venta. La conversación con Mikel va a ser siempre directa, sincera y seria, por lo vivido y partiendo del agradecimiento. Si llegara ese supuesto deberíamos decidir qué vale más, si el rendimiento de Merino un año o un traspaso, pero hacemos lo posible para que vea que este es su lugar. Con 27 años ha reconocido que su decisión no es deportiva, sino de vida, y estamos hablando con Mikel con la intención de que se quede.

¿Merino es junto a Oyarzabal uno de los dos jugadores con más influencia en los demás?

No es de aquí, pero se siente de aquí, como Mikel Oyarzabal, que es todo lo que queremos que sea un jugador de la Real, con su personalidad, su carácter competitivo. Lleva el brazalete y lo representa todo, es nuestra bandera, el que lidera voluntades. Nos han ayudado a cohesionar, tienen personalidad, son supercompetitivos. Quieren ganarlo todo. Son autoexigentes y te miran con exigencia. Nos ponen las pilas a los que estamos alrededor. Son dos buenos ejemplos para los jóvenes.

¿Tras la marcha de Sorloth, Oyarzabal ha encontrado como delantero la forma de sacar a relucir su calidad tras perder velocidad para jugar en banda tras la lesión?

Mikel es superversátil. Viene de una lesión grave. Una cosa es el alta médica, otra la deportiva y otra la de élite, que todavía le va a llegar la temporada que viene para valorar si ha perdido la velocidad, que es una capacidad que mengua un poco por la edad. Pero Mikel ha jugado de delantero con España antes de lesionarse, ha metido goles en juveniles en varias posiciones. En función de lo que tiene y de las circunstancias, Imanol ha pensado que Mikel puede ayudar al equipo en esa posición. Es parte de su personalidad, entiende el juego perfectamente y su versatilidad nos ayuda al propio diseño de la plantilla.

¿Cómo ves el futuro de la Real?

Estamos en medio. Me gustaría consolidar esta forma de hacer, de gestionar, que nos confirmará como un equipo aspirante regular, que pueda dar la mejor versión en lo deportivo, en lo económico y en la identidad en base a nuestro territorio y a nuestro proceso de desarrollo de los jóvenes. Seguir enganchados al juego que nos da resultados, a los aficionados para emocionarlos. Ser ese equipo con personalidad que evoluciona en base al juego, que quiere ganar, que quiere que pasen cosas.

Quiero proyectos largos, pero me cuesta ver a las personas que estén mucho tiempo en proyectos porque necesitas estabilidad, pero también electroshocks.

¿Y el de Roberto Olabe?

Uno tiene que estar preparado para proteger el sistema, la gestión, al Consejo de Administración, al proyecto del juego, al entrenador, a los jugadores… Somos elementos que debemos dar cobertura a las cosas que ocurren, tenemos que ser garantes de lo que el club definió y necesite de ese estrategia, de ese modelo de club. Es la obligación y el objetivo de un director deportivo, de un director de Fútbol, porque así la mirada es más transversal. En la Real Sociedad lo integramos todo y Roberto como capitán de este proyecto intenta poner todas las energías siendo consciente de que cada día es un día menos para que llegue el final.

Quiero proyectos largos, pero me cuesta ver a las personas que estén mucho tiempo en proyectos porque necesitas estabilidad, pero también electroshocks que deben venir de diferentes ámbitos. Yo siento la Real como algo muy especial. He estado en otros lugares y, como hay perfiles de jugadores, hay perfiles de gestores. Me considero un gestor de un perfil diferente que piensa en trabajar con gente joven. No pienso en mi marcha como tal porque no me pienso ir mañana. Pero un día Roberto se irá de la Real y quizás un tiempo después se embarque en otra aventura. El tiempo del gestor es finito por el bien de los propios proyectos.

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